Algunas reflexiones a partir de la película “Sully”, también conocida como “Milagro en el Hudson”. La película narra el accidente que sufrió un avión cuando, por una ingesta de aves en sus motores a muy baja altura, se plantaron ambos y su piloto Cmte Sully decidió amerizar en el Río Hudson.
La pregunta, más bien, es: “Tengo miedo a los aviones, está bien ver la película?”. Ésta es la primera vez que mi consejo es SÍ. Vale la pena verla, para poder trabajar con varios fantasmas que rondan a los aerofóbicos.
1.-“Si el avión tiene que ir al agua, seguro morimos todos”
2.-“No miro las indicaciones de seguridad, total no sirven para nada”
3.-“Si dicen ponerse en posición de impacto, me muero”
4.-“Siempre los accidentes son provocados por el factor humano, léase pilotos”
La filmación se ha basado en la historia narrada por Sully y Jeff, los pilotos de ese vuelo, con un guión muy fiel a lo que pasó, escrito por Todd Komarnicki e impecablemente dirigida por Clint Eastwood. Las actuaciones de Tom Hanks y Aaron Ekhart han sido magníficas. La narración de la película refleja la secuencia de los hechos tal como ha sido relatada por los pilotos y es por eso que al no ser una típica película Hollywoodense donde es más importante el impacto emocional y el show, permite que se muestre la realidad de un episodio que podría haber sido un drama, pero por suerte no lo fue.
Quiero aclarar que si bien hay una cuota de azar o suerte en todo lo que hacemos en la vida, creo que lo que más incidió en un accidente sin víctimas fue sin duda el entrenamiento de la tripulación TODA. La sincronía en la cabina, las auxiliares que con determinación y temple hicieron aquello para lo que se entrenan, guiar a los pasajeros en una situación crítica para que obedezcan y no entorpezcan la operación de emergencia. Es por esto que hay que estar atento a las indicaciones de seguridad tanto presenciales (vuelos de cabotaje o domésticos e internacionales) como en video.
Los pilotos se entrenan cada 6 meses y hacen recurrentes donde practican innumerable cantidad de veces situaciones que tal vez nunca se les presentarán en su carrera. Esas prácticas y los años de experiencia resolviendo imprevistos en vuelo y en tierra preparan a los pilotos para situaciones donde es necesario e imprescindible contar con el factor humano. Esto se consigue con entrenamiento y experiencia, que van dando criterio para enfrentar imponderables.
Es impensado que los dos motores se puedan parar a vez; podría ocurrirle a uno, por eso es que los aviones aerocomerciales como mínimo llevan dos. En este caso, sin embargo, ocurrió.
Ver esta película permite corregir algunas de las creencias que citamos al principio.
1- Los aviones pueden amerizar y están preparado para ello. Tienen flotabilidad positiva y eso permite que floten por unas horas hasta el rescate.
2- Las medidas de seguridad ayudan a que uno sepa cómo proceder en un momento de tensión y, como se ve en la película, atender a las indicaciones de la tripulación salva vidas. La propia y las de otros. Hay que ser obediente para no descontrolarse.
3- Si dicen “ponerse en posición de impacto”, antes de morirse por las dudas, lo mejor es obedecer. Sería una pena que uno se muera habiendo podido sobrevivir. Lo hemos visto en otros accidentes donde el descontrol y el desmadre de los pasajeros condujo a la muerte y sólo se salvaron, aunque golpeados y lastimados, los que permanecieron sentados y fundamentalmente ASEGURADOS con el cinturón de seguridad.
4- Es importante tener presente que el factor humano salva vidas. En la aviación, dependiendo en qué momento del vuelo ocurra una falla, por lo general hay mucho tiempo para tomar decisiones. En el caso de este vuelo en particular, las decisiones tomadas fueron en segundos y muy bien tomadas.
Consideración extra: Además, el final feliz también se debe a que todo el soporte brindado por la Cruz Roja, los equipos de rescate, la policía, los bomberos, los ferrys que operan en el Hudson, y seguro que me olvido de muchos otros, que hicieron lo que debían hacer. El tiempo de rescate fue récord y un ejemplo.
Si cada uno hace bien su trabajo, comprometida y responsablemente, las consecuencias siempre son favorables.