Cuando supe del curso me imaginé algo que duraría meses. Intensivo, con una subida al avión en tierra mínimo.
Luego del llamado, una mujer muy dulcemente me informa que son 12 horas. Entonces pensé: ¿En 35 años nunca me subí a un avión y estas personas lo van a lograr en 12 horas? Pffff…. (con ironía).
Fui la primera vez y por cuestiones administrativas se suspendió el curso. Me tomé 5 años para volver. Finalmente lo hice en mayo y volé en septiembre con Liliana y otra valiente como yo.
Sufrí bastante la previa, mucha ansiedad de esas que sentís cuando tenés que dar un final, mezcla de euforia con miedo y deseando que todo se termine de una vez. Los primeros cinco minutos al subir fueron muy difíciles, tengo claustrofobia desde que me acuerdo y estar ahí adentro era un desafío para mi. Lloré con angustia y no me permití volver atrás. Solo podía decir “no quiero sufrir más por esto”.
Al cabo de un rato el avión se empezó a mover, y aunque bastante tensa, pude disfrutarlo. La vuelta fue un placer, y al momento ya tengo sacados pasajes para Mendoza a fin de septiembre con mi familia.
¿El resultado? Nunca fui mas libre que ahora, sin límite a mi imaginación pensando adónde voy a ir después. Estoy literalmente en las nubes.
Gracias Inés, Gustavo y más que nunca, Lili.