Han pasado 10 días desde el vuelo asistido a Córdoba y aún no salgo de mi asombro. Fue una experiencia liberadora y por momentos hasta divertida: el tan temido despegue se transformó en mi momento favorito.
El cambio que se fue dando progresivamente en mis pensamientos y expectativas fue gracias a la contención, la claridad en la información y un alto porcentaje de desmitificación de conceptos, recibidos en el curso. Tanto en el aspecto técnico por parte del comandante Gustavo, como en el área psicológica de la mano de la licenciada Liliana.
Lo más difícil para mí fue dar el primer paso, pero desde la entrevista previa al curso recibí el aliento y la contención de Inés, que lo hicieron posible.
Antes del curso el sólo hecho de pensar en aviones me provocaba náuseas y palpitaciones. Era de las personas que decían “no subo a un avión ni que me paguen”. Por eso mi gratitud para con todo el equipo. Entre todos logramos derribar ese muro que me impedía incluso soñar con esto que ahora siento: la satisfacción del objetivo cumplido, sabiendo por experiencia que puedo enfrentar mis miedos y con las herramientas adecuadas, superarlos.
Con afecto y gratitud, Natalia.