Esta nota se divide en dos partes:
A) Para las personas que consultan y no se decidieron a hacer el Curso.
B) Para las personas que ya participaron del mismo.
A las personas que consultan y no se decidieron a hacer el Curso, les pregunto: Cuántas veces postergaste un viaje?
Sabemos que mucho se sufre cuando hay planes familiares de viaje compartido que incluye el avión como medio de transporte. También sabemos que muchas veces se disfrazan los miedos y con excusas se posterga un viaje y el costo emocional que incluye esa postergación.
A lo largo de estos años hemos recibido frecuentes consultas que se repiten siempre por la misma situación. Da tanto miedo finalmente enfrentar el miedo, que aparece la paradoja.
Quiero ayuda. Quiero hacer el curso. Pero si hago el curso voy a tener que volar. Me aterra volar. No hago el curso. LO DEJO PARA OTRO MOMENTO.
Alas y Raíces no obliga a nadie a viajar. Si te sentiste identificado/a con lo que describimos, date la chance de hacer el curso y luego decidir volar. Por lo menos lo habrás intentado.
A las personas que ya participaron del curso, les pregunto: Cuántas veces sufrís tan solo al pensar en el próximo viaje?
Si ya hiciste el curso, resolviste la emergencia y lograste viajar con distinto grado de bienestar, por favor no te olvides de la sugerencia más importante: HACETE UN PROGRAMA. Esto significa que no dejes que pase mucho tiempo entre un vuelo y otro.
Si hace mucho que no volás, las vacaciones son una muy buena oportunidad para seguir con el entrenamiento para mejorar la calidad de vuelo. Si hace mucho que no volás porque no tuviste la oportunidad de hacerlo y percibís que el miedo comenzó a ganar terreno, dale batalla. Aquí estamos para ayudarte con eso. No te olvides que nuestra intención es tener presencia y brindar asistencia. Si hace mucho que no volás, no es extraño que el miedo crezca. Eso pasa con todos los miedos.
Anécdota: Diego, un ex cursante, compartió esta experiencia. Regresando desde Europa, sobre el océano y en medio de una turbulencia prolongada, le dice a su compañero de asiento, que había estado durmiendo plácidamente “Cómo se está moviendo!” El sujeto, joven alemán, por su acento, sacándose los auriculares y muy tranquilo, preguntó. “¿Qué se está moviendo?”. Diego responde “El avión”. Y el joven alemán, asombrado, comentó: “¿Y qué esperabas?, obvio, los aviones se mueven”.
Lo simple a veces se nos hace tan oscuro.