No es valentía, es precaución

El cielo estaba oscuro por demás debido a la ausencia total de luna, el Airbus340 se deslizaba prolijamente dentro del aire sin perturbaciones que lo rodeaban. Yo observaba fascinado apoyando mi nariz en la ventanilla lateral como si ésto me acercara algo más a las nubes. Éstas, crecidas mucho más alto de lo que mi avión podía llegar, se llenaban de luces, arrojaban rayos entre ellas, e inundaban las calles de Paso de los Libres, y me brindaban un espectáculo único dejándome como espectador de lujo en primera fila.

Llamé a mi esposa que estaba en la cabina de pasajeros para que no se perdiera ese maravillosa vista y para que pudiéramos compartirlo juntos, como pocas veces. Le dije que la naturaleza era realmente imponente y que semejante espectáculo se presentaba ante nosotros de una manera sobrecogedora, sobre todas las cosas, podíamos observarlo sin peligro alguno, tan de cerca y en vivo.

Ella me preguntó si esto alguna vez me había asustado y me trajo a cuento cómo asusta a los pasajeros que pasan por estos fenómenos embarcados en nuestros vuelos.

Los pilotos no somos domadores de leones, ni les sacamos el veneno a las cobras, ni jugamos a la ruleta rusa para divertirnos, solamente ocurre que dentro de nuestro trabajo a veces tenemos que tomar algunas decisiones que evitan situaciones de riesgo, pero, precisamente por ello, porque estamos en condiciones de evitar, podríamos considerar que lo nuestro no es valentía, es precaución.

Aunque algún colega se enoje, puedo asegurar que LOS PILOTOS NO SOMOS VALIENTES! Solamente somos PRECAVIDOS.

Veamos el caso de las tormentas:

Ellas crecen con el ascenso en la atmósfera de aire húmedo e inestable, crecen a tal velocidad que llegan muy alto, pueden alcanzar altitudes que superan los 16000 metros. Los aviones difícilmente superen los 12000 metros estando livianos, podríamos promediar la altitud de crucero en 10000 mts.

Es por eso que la técnica para convivir en la atmósfera con este tipo de nubes es simplemente esquivándolas! Para este cometido tenemos, durante la noche o vuelo sin visibilidad dentro de nubes, el radar meteorológico que nos brinda un eco de rebote de estos fenómenos que codificamos en colores: rojo, amarillo y verde.

Estos colores dan cuenta de la densidad de la nube en cuestión y también una idea de cuanta turbulencia puede ocasionar dentro de la misma y nos ayudan a decidir por qué lado conviene pasarlas en una forma muy gráfica y sencilla de comprender.

¿Cuál es el problema con la turbulencia?

Que es terriblemente MOLESTA! No nos deja servir la comida a nuestros pasajeros, no nos deja dormir, ni escribir, nos da sensaciones en el cuerpo que no queremos sentir, alguno puede llegar a marearse como en un barco. Pero puedo afirmar que NO ES PELIGROSA para la integridad del avión ni de los ocupantes, si estos últimos se mantienen con sus cinturones ajustados.

Es por eso que, cuando estamos por rodear una zona de nubes de desarrollo vertical, encendemos el cartel de “ajustar cinturones”. Con ello nos aseguramos que, de tener alguna “embarcada” o movimiento inesperado, nadie se tropiece o se golpee contra ningún elemento del interior del avión. Es más, siempre recomiendo que mantengan los cinturones ligeramente ajustados durante el tiempo que se encuentren sentados, como precaución.

A la molesta turbulencia se la puede comparar con el agua de un río o de una laguna. Si el agua (o el aire) se encuentra laminar y sin perturbaciones, la navegación de un bote sobre ella (o un avión) será suave como entre algodones, pero si el fluido (agua o aire) se encuentra perturbado con ondulaciones, el viaje será más molesto. Es tan simple como eso.

A las tormentas se las puede atravesar siempre y cuando existan espacios entre las nubes de desarrollo vertical (o cumulus nimbus) que permitan el paso del avión entre ellas. Son casi inexistentes las situaciones en las que no podemos pasar pero, si así fuera, tenemos un vehículo de mucha velocidad y maniobra que nos permite volver o tomar otra ruta. Es por eso que desde esta humilde columna les pido disculpas por las demoras que puede ocasionar una nube de estas características que esté pasando por encima del aeropuerto en nuestro horario de salida y esperamos a que se corra para salir, o para cargar combustible. Otra molestia importante es el desvío a la alternativa cuando el cuadro de tormenta sobre un aeropuerto nos impide la aproximación; otra, dejarlos sin comer para pasarles por al lado, en crucero, porque como ya les dije antes, los pilotos no somos VALIENTES, somos PRECAVIDOS.

Espero que compartamos muchos vuelos, es algo que siempre vivo como un privilegio.

No es valentía, es precaución
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