Parece que falta mucho, en el caso de algunos, para llegar a Julio, pero para muchos otros, empieza la cuenta regresiva.
Sí, ya empezaron a consultar los que no disfrutan volar en avión pero se ven “obligados” a hacerlo, para no blanquear la dificultad, para no seguir limitando a la familia a elegir destinos a los que se pueda llegar por tierra. Ni hablar de los que hace años que no vuelan o nunca han volado en avión.
¿Qué decirles? Además de lo que muchos ya saben: seguridad, controles, estadísticas. Sí, todo eso es cierto. Entonces, ¿dónde está la dificultad?
Sin duda en la cabeza y el corazón de cada uno. La cabeza, porque si bien nuestros pensamientos nos son muy útiles para la vida cotidiana, todos tenemos la experiencia de tener pensamientos oscuros y presagios siniestros que por lo general no se cumplen. A veces se utilizan como cábalas para protegerse y muchas otras son grandes frenos que no permiten explorar la vida.
La necesidad de control, el deseo de que alguien asegure que nada malo va a pasar y también el de no querer sufrir ningún malestar, todo esto es mucho pedir para el medio de transporte más rápido y seguro.
¿Por qué? Porque puede ser incómodo como la turbulencia lo es y sin embargo no es peligrosa, pueden ocurrir demoras (por causas mecánicas, por clima, por programación), cancelaciones, porque es un lugar, como muchos otros donde nos movemos, donde es imposible controlar.
Nuestra intención en los cursos es la de aprender a relacionarse de otra manera con los pensamientos oscuros y catastróficos, ya que la experiencia indica que no son ciertos.
“Estar consciente se parece más a un recipiente que puede sujetar y contener nuestros pensamientos, ayudándonos a ver y a saber que nuestros pensamientos son pensamientos, para no quedar atrapados en ellos como si fueran realidades”.
– J. Kabat-Zinn, “Cómo asumir su propia identidad.”
Hasta ahora hablé de la cabeza o mente, los pensamientos, pero cité al corazón que está muy ligado a los pensamientos. Al corazón le cuesta mucho aceptar lo que no le agrada y darse cuenta que lo que ocurre es eso, lo que es.
Rechazo, enojo, pelea, deseo de empujar y que las cosas cambien sólo desgasta, la realidad se impone. La aceptación es algo que se cultiva y hacerlo no sólo ayuda a poder surfear las olas de la incomodidad (turbulencia o lo que se presente en el avión) sino a surfear las olas de la vida.
La sugerencia es: no postergar la decisión de enfrentar el miedo, la consecuencia de no hacerlo es que seguirá creciendo.