Flor

El curso vale la pena. No es que ahora salto en una pata si tengo que volar, pero lo puedo hacer y no me late el corazón a mil todo el tiempo, ni mucho menos. Es más: agradezco los vuelos que hice porque me permitieron hacer los traslados en menos tiempo y pude entonces disfrutar más tiempo de cada lugar en el que estuve.

Frases como “Si el avión sale es porque tiene que salir” (o sea, porque puede salir) me sirvieron mucho, aún cuando salió con mal tiempo.

Por otro lado, esto de que el avión sale mucha guita y que ningún piloto es suicida, y que hacen cursos super difíciles y que se los está evaluando todo el tiempo también me sirvió. Para confiar más en ellos y dejar de querer tener el control de cosas que no me corresponden a mí, que no sé nada del tema. Y por supuesto esto de que estadísticamente no sólo es el medio de transporte más seguro, sino fundamentalmente saber que estar en un avión volando es quizá más seguro que estar caminando en medio de la nada… eso fue buenísimo.

Además, algo que a mí personalmente me sirvió para “zafar” del momento del despegue (que para mí es la etapa más difícil del vuelo) fue “contar elefantes”: saber que a los 150 elefantes estoy en el momento de crucero en un vuelo corto y que son 300 elefantes antes de que esté recto en un vuelo largo me vino bárbaro. Conté en varios vuelos a los elefantes. Parece una tontería pero sólo tuve que recurrir a eso para “pasar mejor” ese momento, no hice ni un ejercicio de relajación ni escuché el cd. Y sólo mostré “la carta” de que hice el curso en el primer vuelo, después no la necesité más.

Y otra cosa muy piola para tener en un avión es una revista con muchas fotos pero que también tengan cosas para leer, no muy profundas, ya que leer esas cosas pasajeras también me sirvió para momentos “raros”, como los despegues. Es más: en el último vuelo largo me hice amiga de una española y estuvimos charlando “como si tal cosa” durante todo el carreteo rápido y el despegue, cosa increíble: yo, como si no le tuviera miedo al avión. Lo de “hacerme amigos” en los vuelos fue de las mejores cosas también, porque me permitieron concentrarme en esas charlas y no en mi “situación”. Muy bueno. Muchas gracias.

Flor
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