Marcela

Ayer volví de un viaje a Córdoba, tal como me recomendaron que fuese, ya que es un destino con poca duración de vuelo.

Desde que terminé el curso, al juntarme con amigas y preguntarme sobre mis vacaciones estaba mucho más tranquila y al momento de sacar los pasajes busqué toda la información posible: qué aerolínea, asiento, horario, etc. Me sorprendí de mi misma porque antes no quería saber nada de datos sobre el vuelo. Así que elegí volar por Aerolíneas Argentinas, a la noche y en asientos delante del ala.

El día del viaje estaba muy tranquila, hasta el momento en el que llegué a Aeroparque. Haciendo el check in y cuando entré al avión me puse a llorar. Desde que me senté hasta unos 15 min después del despegue no la pasé bien, estaba muy nerviosa, leí la revista que entregan en el avión de adelante para atrás y de atrás para delante, escuché música y al mismo tiempo trataba de calmarme con los ejercicios de respiración y tomando agua (que me sirvió muchísimo). Después de ese primer tramo ya estaba mucho mejor, más calmada y continué distrayéndome con una película que me bajé a la tablet. Cuando aterrizamos, no podía creer lo tranquila y feliz que estaba.

En cambio, a la vuelta: llegué al aeropuerto, hice el check in, pasé por el free shop, fui a un bar, etc. y estaba apenas nerviosa. Al momento del despegue estaba nerviosa obviamente pero nada que ver a lo que fue a la ida. Ambos vuelos fueron sin turbulencias y aunque no quise decirle nada a las azafatas sobre mi miedo al entrar al avión fueron muy amables. Igual, llevaba en la mochila la hoja que indicaba que había hecho el curso por las dudas. También esperé a que pasara la mayor cantidad de personas al momento de entrar al avión y así no tener que esperar adentro de éste.

Quiero agradecerles a Inés, Liliana y Gustavo por la información, sugerencias y la paciencia que tuvieron en todo momento. Fue muy agradable compartir el curso con todos Uds.

Marcela
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